Id y Evangelizad 115: «La mujer frente al imperialismo»

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Al menos desde la revolución sexual de 1968, las luchas emancipadoras de la mujer que ocupan la atención mediática se han pervertido. Condicionado por la imperante mentalidad individualista liberal, el feminismo contemporáneo es un servil esbirro del poder totalitario, al enfrentar entre sí a sus propias víctimas en la falaz guerra de sexos para que no encaucen su capacidad de lucha en destruirlo.

Para legitimar y normar estas cainitas reglas de juego, el imperialismo ha tejido una red de mentiras disfrazada de sentimentalismo: salud reproductiva, «derecho» al aborto, maternidad subrogada, empoderamiento de la mujer, paridad… mezcolanza grumosa que tratan que digiramos con la pócima mágica de la ideología de género. Estamos ante uno de los fenómenos más irracionales de los últimos dos milenios.

«Cuanto más santa es una mujer, más mujer es»    

Leon Bloy

Desorientados por los cantos de sirena del falso diálogo y de la desafección a la propia Tradición, algunas organizaciones eclesiales han caído en esta mitología oscurantista, colocándose lazos morados o promoviendo campañas de división entre los empobrecidos. Son precisamente las mujeres del Tercer Mundo las que más fuerte han alzado su voz contra este falso feminismo, denunciando que la ONU y sus tentáculos (Unicef, OMS, FAO…), así como la pléyade de ONG’s financiadas por las multinacionales,  no tienen ningún interés en solucionar los verdaderos problemas de los que más sufren, mucho menos de las mujeres explotadas. No se dedican a combatir las verdaderas causas del hambre, del desempleo o de la esclavitud infantil, sino a promover el aborto, la esterilización, la mentalidad anticonceptiva, la ideología de género y el enfrentamiento hombre-mujer, con el objetivo de consolidar el dominio de los amos del mundo como lo determina el Global Compact.

Frente a esta manipulación sistemática de la mujer, la Iglesia le presenta su vocación específica y le enseña a vivirla en comunión con el varón y los hijos, para ser juntos el sacramento más natural y cercano del Amor Trinitario en favor de la humanidad. Guillermo Rovirosa hablaba de esto como vocación evidente de la mujer y S. Juan Pablo II como genio femenino. Ambos, siguiendo nuestra bimilenaria Tradición, destacan que lo que responde a los deseos más profundos del corazón femenino es la capacidad de servir y unir a las personas. La mujer es muñidora de la solidaridad y lleva al hombre a “salir” de sí.

No nos engañemos: esto implica una verdadera revolución cultural porque, además de enfrentar la ideología de género y el feminismo, tenemos que promover la vivencia del amor como lo que es: como don que exige responsabilidad y compromiso de por vida, aceptando  la debilidad del otro. El amor es mucho más que un sentimiento. Julián Gómez del Castillo afirmaba que lo que más necesitaba la mujer, sobre todo la empobrecida, es recuperar la institución del noviazgo para liberarse de la tiranía del capricho. Tenemos que volver a educar a nuestros jóvenes en que solo es válido el elegir a una persona de por vida. Habrá momentos aburridos y de dificultad, pero tenemos que entrenar los ojos para descubrir la belleza inimaginable de la vida cotidiana y de la permanencia de los lazos que unen al hombre y la mujer. Quien salta de una historia a otra y no tiene el coraje de subir las cuestas, no puede ni soñar lo que es posible.

Esta revolución cultural es imposible sin Dios, ya que solo desde Él y con Él se puede pensar en algo que sea para siempre. En definitiva, como decía Leon Bloy: «Cuanto más santa es una mujer, más mujer es».

 

Imagen de portada: Ilustración de William de Brailles para un «libro de las horas» (c. 1240) 

La Virgen María arrebata al demonio el contrato en el que el obispo Teófilo había vendido su alma.  

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