La EMIGRACIÓN EXIGE REMEDIAR SUS CAUSAS, ASEGURA EL PAPA

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Juan Pablo II exigió «detectar y remediar ante todo, las causas por las que muchos ciudadanos se ven obligados a dejar su tierra». «A la incertidumbre de quien parte en busca de mejores condiciones se añade el problema del desarraigo cultural y la dolorosa dispersión o alejamiento de la familia, sin olvidar las funestas consecuencias de tantos casos de clandestinidad», reconoció el Papa al ofrecer su análisis. El Santo Padre animó a «fomentar la solidaridad entre todos, evitando males que se derivan de un sistema que pone el lucro por encima de las personas y las hace víctimas de injusticias». «¡México necesita a sus indígenas y los indígenas necesitan a México!» «El doloroso y vasto problema de la pobreza, con sus graves consecuencias en el campo de la familia, la educación, la salud o la vivienda, es un desafío urgente para los gobernantes y responsables de la vida pública», explicó al dirigirse al nuevo embajador de la República ante la Santa Sede.



CIUDAD DEL VATICANO, martes, 24 febrero 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II considera que las políticas para contener la inmigración, que en parte se basan en la represión, necesitan más bien comprender las causas que se encuentran en el origen de este fenómeno.

Así lo explicó este martes el Santo Padre al analizar el «efecto llamada» que en estos momentos lleva a miles de mexicanos a emprender el éxodo hacia Estados Unidos.

La ceremonia en la que recibió la cartas credenciales del nuevo embajador de México ante la Santa Sede, Javier Moctezuma Barragán, le dio la oportunidad al obispo de Roma para afrontar este desafío, que está marcando socialmente tanto a México como a Estados Unidos.

«A la incertidumbre de quien parte en busca de mejores condiciones se añade el problema del desarraigo cultural y la dolorosa dispersión o alejamiento de la familia, sin olvidar las funestas consecuencias de tantos casos de clandestinidad», reconoció el Papa al ofrecer su análisis.

En los últimos tres años un millón 170 mil mexicanos han emigrado a Estados Unidos, según estudios proporcionados por el investigador del Colegio de México, Francisco Alba, la senadora Silvia Hernández, el Colegio de la Frontera Norte, y el Consejo Nacional de Población (Conapo).

Según estos datos, cada 24 horas 1.068,49 mexicanos cruzaron con éxito la frontera con la pretensión de no volver a su tierra (no se cuentan a los que son deportados de nuevo a México o a los mexicanos que visitan el país por motivos temporales).

«Para paliar el conocido «efecto llamada» –aclaró el Papa en su discurso–, que genera un flujo intenso de emigrantes, lo cual se trata de contener con severas restricciones, la Iglesia recuerda que las medidas desarrolladas en los países receptores deben ir acompañadas de una decidida atención en el País de origen, que es donde se gesta la emigración».

El Santo Padre exigió, por ello, «detectar y remediar ante todo, las causas por las que muchos ciudadanos se ven obligados a dejar su tierra».

Consideró, además, «que los mexicanos residentes en el extranjero no deben sentirse olvidados por las autoridades de su país, que están llamadas a facilitarle atenciones y servicios que les ayuden a mantener vivo el contacto con su tierra y sus raíces».

En este contexto Juan Pablo II alentó «los encuentros entre obispos de las diócesis fronterizas de México y Estados Unidos» para buscar «medidas conjuntas para mejorar la situación de la población emigrante».

«Las parroquias y demás instituciones católicas constituyen el principal punto de referencia y de identidad que encuentran en el extranjero», constató

MÉXICO: POBREZA E INDÍGENAS; PREOCUPACIONES DEL PAPA
«¡México necesita a sus indígenas y los indígenas necesitan a México!»

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 24 febrero 2004 (ZENIT.org).- La pobreza y la situación de los indígenas son las preocupaciones por la coyuntura social mexicana que Juan Pablo II confesó este martes.

«El doloroso y vasto problema de la pobreza, con sus graves consecuencias en el campo de la familia, la educación, la salud o la vivienda, es un desafío urgente para los gobernantes y responsables de la vida pública», explicó al dirigirse al nuevo embajador de la República ante la Santa Sede, Javier Moctezuma Barragán, subsecretario para Migración, Población y Asuntos Religiosos en los últimos cuatro años.

«Su erradicación requiere ciertamente medidas de carácter técnico y político, encaminadas a que las actividades económicas y productivas tengan en cuenta el bien común, y muy especialmente a los grupos más deprimidos», reconoció.

«Sin embargo, no hay que olvidar que todas esas medidas serán insuficientes si no están animadas por valores éticos auténticos», aclaró.

El Santo Padre animó por ello al gobierno y los responsables de la vida social mexicana a «fomentar la solidaridad entre todos, evitando males que se derivan de un sistema que pone el lucro por encima de las personas y las hace víctimas de injusticias».

«Un modelo de desarrollo que no afronte con decisión los desequilibrios sociales no puede prosperar en el futuro», afirmó el obispo de Roma.

La situación de los indígenas mexicanos, «relegados a veces al olvido», es otra de las preocupaciones que constantemente ha expuesto Juan Pablo II en sus históricas visitas a México.

«Es necesario apoyar hoy a los indígenas en sus legítimas aspiraciones, respetando y defendiendo los auténticos valores de cada grupo étnico», afirmó el Papa recordando las palabras que pronunció en el Santuario de Guadalupe el 31 de julio de 2002, durante su último viaje al país.

«¡México necesita a sus indígenas y los indígenas necesitan a México!», insistió.

EL PAPA PIDE A MÉXICO SUPERAR UNA ERRÓNEA LAICIDAD QUE MARGINA A LA IGLESIA

Su labor todavía no está libre en sectores como la educación, la salud o la comunicación

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 24 febrero 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II pidió este martes superar erróneas concepciones de la laicidad que todavía impiden a la Iglesia en México desempeñar su labor espiritual en sectores como la educación, la asistencia en centros de salud, o los medios de comunicación.

El pontífice hizo un análisis de los avances y desafíos que atraviesan las relaciones Iglesia-Estado al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de la República ante la Santa Sede, Javier Moctezuma Barragán, que en los últimos cuatro años ha sido subsecretario para Migración, Población y Asuntos Religiosos.

México, segundo país en número de católicos del mundo (el 90,31 por ciento de la población está bautizado, según el Anuario Estadístico de la Iglesia), estableció relaciones diplomáticas con la Santa Sede, ofreciendo reconocimiento jurídico a la Iglesia en el país, tan sólo en septiembre de 1992.

Hasta esa fecha, los sacerdotes estaban despojados de buena parte de los derechos civiles. La situación era heredera de la Constitución y de las leyes promulgadas a finales de la década de 1910 e inicios de 1920, que dieron origen a la persecución religiosa en el país, una de las más sangrientas del siglo XX.

Estos últimos doce años, reconoció Juan Pablo II en su discurso, se han caracterizado « por rápidos y profundos cambios en el entramado político, social y económico del país». El 1 de diciembre de 2000, Vicente Fox se convirtió en el primer presidente de México que no provenía de las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que había gobernado el país durante las siete décadas anteriores.

En este contexto, aclaró el pontífice, «la Iglesia católica, fiel a su propia misión pastoral, ha seguido promoviendo el bien común del pueblo mexicano, buscando el diálogo y el entendimiento con las diversas instituciones públicas y defendiendo su derecho a participar en la vida nacional».

«Ahora, en el presente marco legal, gracias al nuevo clima de respeto y colaboración entre la Iglesia y el Estado –añadió–, se han producido avances que han beneficiado a todas las partes».

«Sin embargo –recalcó–, es necesario seguir trabajando para hacer que los principios de autonomía en las respectivas competencias, de estima recíproca y de cooperación con vistas a la promoción integral del ser humano inspiren, cada vez más el futuro de las relaciones entre las Autoridades del Estado, de un lado, y los Pastores de la Iglesia católica en México y la Santa Sede, de otro».

El pontífice, pidió en este sentido que la Iglesia en México «pueda gozar de plena libertad en todos los sectores donde desarrolla su misión pastoral y social» y que se da en prácticamente el resto de los países del mundo.

«La Iglesia no pide privilegios ni quiere ocupar ámbitos que no le son propios, sino que desea cumplir su misión en favor del bien espiritual y humano del pueblo mexicano sin trabas ni impedimentos», aclaró.

«Para ello es preciso que las instituciones del Estado garanticen el derecho a la libertad religiosa de las personas y los grupos, evitando toda forma de intolerancia o discriminación», subrayó.

En particular, pidió más espacio para el derecho de la Iglesia a desempañar su labor en campos «como la educación religiosa en diversos ambientes, la asistencia espiritual en los centros de salud, de readaptación social y asistenciales del sector público, así como una presencia en los medios de comunicación social».

En varios de estos sectores, actualmente está prohibida en México la presencia de la Iglesia en cuanto institución.

«No se debe ceder a las pretensiones de quienes, amparándose en una errónea concepción del principio de separación Iglesia-Estado y del carácter laico del Estado, intentan reducir la religión a la esfera meramente privada del individuo», denunció el Papa.

La Iglesia tiene el derecho, explicó de «enseñar su doctrina y a emitir juicios morales sobre asuntos que afectan al orden social, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o el bien espiritual de los fieles».

En la campaña electoral de las elecciones de julio pasado varios obispos fueron denunciados ante la justicia por ofrecer la visión moral de la Iglesia sobre cuestiones de vida pública. Las acusaciones no fueron acogidas por la justicia, pero se convirtieron en un intento grave de violar la libertad de expresión fundamental.

En este sentido, el Papa destacó «el valiente compromiso de los pastores de la Iglesia en México en defensa de la vida y de la familia».