Las CAJAS de AHORROS y el SEXO de los ÁNGELES

1987

Un interesante artículo sobre el control de las Cajas de Ahorros. ¿Son privadas o públicas ?( aunque debería decirse más correctamente que son estatales y no públicas, pues y están bajo su control , sirven al gobierno de turno e igualmente a los intereses privados y no del pueblo)…


Jueves 18 de noviembre de 2004
Fuente: Expansión

Durante años, y en especial en los dos últimos tras la aprobación de la Ley Financiera, la Ceca y las 46 cajas de ahorros españolas que componen la confederación han intentado quitarse de encima el sambenito de ser consideradas empresas públicas, y por extensión, ineficientes y a merced de los políticos de turno. No lo han conseguido.

Las autoridades europeas han vuelto a catalogar a las cajas como entidades ‘públicas’. Es un sambenito que no consiguen quitarse. Para bien y para mal.

En las oficinas de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (Ceca) en la calle Caballero de Gracia –en el centro de Madrid y a un tiro de piedra de la Real Academia Española– hay una expresión maldita: entidad pública. También se consideran tabú todas sus variantes: semipública, estatal, del Gobierno regional, del ayuntamiento…

Durante años, y en especial en los dos últimos tras la aprobación de la Ley Financiera, la Ceca y las 46 cajas de ahorros españolas que componen la confederación han intentado quitarse de encima el sambenito de ser consideradas empresas públicas, y por extensión, ineficientes y a merced de los políticos de turno. No lo han conseguido.

La Ley Financiera, que afectó a todo el sistema de bancos y cajas, tuvo especial incidencia en estas últimas entidades. La normativa, aprobada a finales de 2002, introducía cambios sustanciales en los órganos de gestión de las cajas. Uno de ellos era limitar la representación de las administraciones (autonómicas y locales) al cincuenta por ciento en la composición de los órganos de administración. Otro cambio consistió en introducir más protección para evitar cambios en los órganos de gobierno de las cajas ante cambios políticos en una comunidad con motivo de las elecciones.

Dos años después, y cuando todas las cajas prácticamente han completado su adaptación a la Ley Financiera, el fantasma de sus supuestas características públicas no sólo no muere. Reaparece con fuerza en los sitios más inesperados.

Las autoridades europeas han trasmitido esta semana su intención de bloquear una eventual entrada de las cajas en el plan de salvación de los astilleros Izar (ver EXPANSIÓN de ayer). Según Bruselas, si las cajas entran en el capital de Izar, junto con la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi), supondría el control público de los astilleros.

Lo bueno y lo malo
El hecho de que desde Bruselas se transmita este mensaje tiene su lado bueno y su lado malo. El bueno es que Bruselas pone en bandeja a las cajas de ahorros un argumento para no acudir al salvamento de Izar. Estas entidades se han mostrado reacias a participar en un plan de dudosa viabilidad empresarial y hacia el que les están empujando el Gobierno y los sindicatos. A partir de ahora, en lugar de decir «no queremos», las cajas podrán pasar la patata caliente a Bruselas y decir «son las autoridades europeas las que se oponen».

La parte mala es la pesadilla del vocablo «público». Al insistir en el carácter «público» de las cajas de ahorros, el mensaje de Bruselas bombardea la estrategia de las cajas de ahorros. La Ceca, que ayer celebró su habitual consejo de administración mensual, no responderá a Bruselas.

Pero algunas fuentes cercanas reconocen que las matizaciones de las autoridades europeas han caído como un jarro de agua fría. Desde hace años «se ha ido explicando a Bruselas que las cajas tienen un carácter privado», señalan esas fuentes. En la Ceca no dudan en aludir a las sentencias del Tribunal Constitucional, que han ratificado ese carácter, en conflictos como los de las ayudas de las cajas al grupo Sniace.

Discusión
Hablar del carácter público o privado de las cajas es un tema recurrente del sistema financiero español, y a lo largo de los años se ha convertido en un debate bizantino. Dadas sus peculiaridades, cualquier disquisición sobre su carácter es como hablar del sexo de los ángeles. Nunca habrá consenso. Sólo hay consenso en un punto: las cajas no tienen accionistas y son unos bichos raros en el sistema empresarial. A partir de aquí, hay argumentos de todo tipo. Las cajas son un cruce híbrido entre fundaciones privadas y empresas con fuerte representación del poder público, o influidas por él. Para algunos, demasiado. Para otros, lo mínimo.

Si bien lo público a veces es un fantasma que deteriora la imagen de las cajas, pocos podrán negar que en otras ocasiones juega el papel de hada madrina. Desde hace años, el éxito comercial de las cajas frente a los bancos es todo un paradigma digno de estudio en las escuelas de negocio. ¿Cómo es posible que las cajas, menos eficientes que los bancos, sean la mitad del sistema financiero? ¿Cómo es posible que con ofertas menos competitivas que los bancos, les hayan superado en créditos y depósitos? Hay una explicación. Su carácter público, no en el sentido societario, sino comercial. Las cajas son vistas como algo público, cercano, que no puede quebrar, que se vuelca con el ciudadano. Si es puro márketing, a las cajas les queda recorrido hasta convencer al mercado de su carácter privado. No sólo en España. Baste mencionar una anécdota. Recientemente, en un foro empresarial en Portugal, se presentó a Repsol como «un grupo semipúblico» por estar participado por La Caixa.

¿Público o privado?

El debate sobre si las cajas son entidades públicas o privadas reaparece cada cierto tiempo.

La posible entrada de las cajas en Izar ha reabierto la discusión.

Técnicamente, el poder político en las cajas llega, como máximo, al cincuenta por ciento.

Societariamente, a las cajas les perjudica que se hable de su condición pública, pero comercialmente les beneficia.