«No hacer nada que no pueda contar a mi madre». In memoriam, querido Raúl Mata

1023

Hace unos días nos dejaba de repente Raúl Mata. Partió hacia la casa del Padre sin hacer ruido.  Cuando recibí la noticia no sentí pena, fue algo extraño. Me pareció lo más natural incluso no era una mala noticia sino todo lo contrario.

Raúl iba a encontrarse con sus padres a los que había dedicado su vida cuidándoles con un amor infinito. Me le imaginaba en estos momentos, sobre todo, abrazándose con su madre Teresa. La consagración de Raúl siempre ha sido un testimonio de amor y fidelidad.

Recuerdo el día que Teresa murió después de muchos años enfermedad, por cierto, siempre sonriendo a los demás. En el tanatorio le dije a Raúl que yo había encomendado a Teresa el cuidado de mis hijos desde el cielo y él me dijo: «Has elegido a muy buena cuidadora». Nos veíamos poco pero cuando coincidíamos, recordábamos el papel de Teresa como ángel de la guarda.

Cuando comuniqué a mis hijos la repentina muerte de Raúl Mata les dije que se nos había ido un «ángel de Dios». No me cabe la menor duda de que Raúl era un ángel que, como muy bien ha dicho hoy el sacerdote en la misa funeral, vino al mundo a hacer de él un sitio más humano.

Sin embargo, Raúl no se fue sin dejarnos una última gran lección de vida. Entre las cosas de Raúl se ha encontrado un pósit que decía:

«No hacer nada que no pueda contar a mi madre».

Imposible resumir mejor todo un tratado sobre la vida buena.

Gracias Raúl por tu vida.

Un amigo