¿Está cambiando sustantivamente el panorama electoral español? La resistencia del actual sistema bipartidista ha quedado demostrada en anteriores ocasiones y liquidarlo, sin más, sería prematuro. Tal vez sea pronto para sacar conclusiones definitivas pero si podemos apuntar algunas tendencias significativas que condicionan esta evolución.
El modelo de la transición española diseñado por los poderes neocapitalistas al final del franquismo parece que ha caducado y que es necesario inaugurar una nueva etapa. La sociedad española ha culminado un proceso de transformación pasando de una sociedad semi-industrial de cultura católica a una sociedad de servicios de baja calidad (turismo) culturalmente secularizada donde el capital se ha impuesto al trabajo imponiendo paro y precarización. El contexto en que esto se ha producido es el de la integración en la Unión Europea donde España se ha convertido en el “puticlub de Europa”. La caída del nivel educativo y las altas tasas de abandono escolar garantiza una tendencia creciente de desigualdad social entre una élite política y económica y una sociedad de siervos tecnológicamente alienados.
La izquierda tradicional política y sindical esta fuera de juego en un sistema que no ha sabido encuadrar políticamente a una gran parte de la población (15 M), hijos de la clase media y de la aristocracia obrera, que esperaba disfrutar la parte de la tarta capitalista que disfrutaron sus padres pero de la cual ha quedado excluida por los planes de un neocapitalismo prácticamente sin oposición. De ahí que haga falta una nueva falsa izquierda posmoderna, nihilista que encuadre el resentimiento de una clase media despechada.
Culturalmente se ha impuesto en toda la sociedad española una mentalidad hedonista, individualista y utilitarista que es transversal al espectro político y que vive obsesionada por obtener una «calidad de vida» al precio que sea. Inmigrantes, empobrecidos, no nacidos, estorban. Es un mentalidad esencialmente contra la vida y la solidaridad que busca un estado de alienación que le proporcione una sensación de sentido sin asumir ningún tipo de responsabilidad y compromiso serio. El matrimonio, la familia, los hijos, el compromiso social, también estorban. Esto genera una psicología social muy débil dominada por la ansiedad, el miedo y la impotencia.
Todo lo anterior ha generado una sociedad profundamente desvertebrada sin conciencia asociativa institucional ni política ni sindical. 40 años de franquismo más 40 años de democracia formal burguesa han licuado políticamente a la sociedad española. Actualmente habría que añadir a este sustrato social inconsistente un nuevo tipo de acción política digitalizada, inducida por el propio sistema, que sirve sobre todo para canalizar y controlar sentimientos, emociones, inquietudes proporcionando una apariencia de estar haciendo algo cuando lo que realmente se está impidiendo es la creación una auténtica conciencia política revolucionaria absolutamente imprescindible en un contexto de paro disciplinador y precarización galopante de toda la vida social.
Editorial de la revista Autogestión