1º DE MAYO: El mundo será autogestionario, o no será

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EL MUNDO SERÁ AUTOGESTIONARIO, O NO SERÁ

No más derechos sin deberes, no más deberes sin derechos

Trabajo sobre capital es el fundamento ético del 1º de Mayo. El trabajo y el capital son dos factores necesarios para la vida económica pero no son equivalentes desde el punto de vista moral. El trabajo, que representa a la persona humana que lo realiza, tiene siempre prioridad sobre el capital, que representa a los medios materiales y técnicos necesarios para el proceso económico. Dicho de otra forma, la economía debe estar al servicio del hombre y sus necesidades y no al revés. La persona humana y su dignidad es el centro y el fin de la vida económica.

Por definición, el sistema capitalista es un sistema moralmente invertido porque promueve el lucro de una exigua minoría mediante el expolio -robo con violencia- de la mayoría de la humanidad.  La supuesta “eficacia” del capitalismo no es para mejorar la vida de la gente sino para concentrar la riqueza, fruto siempre del trabajo, en muy pocas manos. Por ello la miseria, la explotación, la esclavitud, la precariedad laboral no solo no disminuyen en el mundo sino todo lo contario. El capital, actualmente y a nivel mundial, ejerce una implacable dictadura sobre el mundo del trabajo.  Por tanto, es muy importante en el diálogo social no confundir el capitalismo ni con una economía de mercado ni con un sistema que defienda la propiedad personal y comunitaria de la sociedad. Es justo lo contrario.

Por otro lado, el capitalismo no es solo un sistema económico.  Mediante diversos mecanismos integra a las instituciones políticas bajo el dominio del capital. En lugar de servir el Bien Común, los estados y los organismos internacionales y supranacionales están al servicio del poder económico e implementan leyes que hacen posible la hegemonía de las grandes corporaciones. Los partidos políticos, los sindicatos y la denominada “sociedad civil”, sobradamente financiados por el sistema bancario, trabajan para que el sistema capitalista mantenga su dominio sobre el pueblo mediante falsas democracias totalmente corrompidas o mediante regímenes autocráticos de todo signo ideológico.

Pero, además, cultural y moralmente, el sistema capitalista está permanentemente conformando la mentalidad de la personas y de la sociedad instilando una cultura materialista, individualista y hedonista que impide la formación de una conciencia y unas formas de vida solidarias críticas con el poder establecido. Se promueve un tipo de persona egoísta, narcisista, aislada e interiormente fragmentada, carente de sentido trascendente y, por tanto, proclive a cualquier tipo de adicción que el propio sistema le propone para calmar su ansiedad existencial. La cultura capitalista es una auténtica cultura de muerte que ataca sistemáticamente la vida humana, especialmente la más frágil, que sin embargo debería ser la más protegida. Aborto, eugenesia, eutanasia, suicidios, y todo tipo de adiciones son expresión manifiesta de ello.

Sin embargo, sostenemos con el Papa Francisco que, no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse a sí mismos con honestidad, de sacar a la luz su propio hastío y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos. A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle. (Laudato Si´, 205)

Frente a la cultura de muerte capitalista proponemos rescatar y revivir la cultura del trabajo que ha encarnado el pueblo a lo largo de diferentes generaciones.

  1. Cambiar las formas de vida materialistas, individualistas y hedonistas por formas de vida solidarias, comunitarias y cooperativas orientadas hacia el Bien Común. Para ello hay que empezar potenciando el matrimonio, la familia y la familia de familias. No es aceptable ni la impotencia ni la resignación. Una sociedad desestructurada es una sociedad derrotada.
  2. Actualizar lo que el movimiento obrero militante proponía con el famoso lema de los “3 ochos”: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de formación. Trabajo digno, horarios dignos, salarios dignos. Es necesario la formación de una conciencia que sea capaz de asumir los compromisos necesarios.  La promoción integral y colectiva del pueblo exige una cultura de la vida y la solidaridad. Hay que combatir toda forma de descarte, exclusión y marginación.
  3. Descubrimiento y promoción de la vocación profesional como servicio al Bien Común de la humanidad. El ser humano tiene una única vocación innata al amor y a la verdad. La dimensión profesional es fundamental en el desarrollo de la vocación humana y es clave para dar sentido y fortaleza al ser humano frente a todas las formas de dominio y explotación del capitalismo. Es necesario poner en marcha una red de realidades profesionales de todo tipo paralelas a las del propio sistema dominante que vayan estructurando la sociedad.
  4. Asumir la Autogestión como forma de cultura. Cada ser humano debe ser protagonista directo de su vida personal y colectiva. Ello exige una gran libertad y como consecuencia una gran responsabilidad. Supone una conciencia crítica y un compromiso político permanente sin dejaciones ni delegaciones.  Solo la autogestión es compatible con la dignidad humana. No más deberes sin derechos y no más derechos sin deberes. 

 

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