Aktion T4 fue un programa secreto ideado por Hitler, cuyo objetivo era eliminar a las personas con discapacidad, a todas las personas que eran consideradas un peso para la sociedad, con el fin de ahorrar recursos económicos y reducir el número de pacientes considerados incurables en los hospitales.
Al conocer este hecho histórico, la primera pregunta que me viene a la cabeza es … ¿Cómo es posible que nuestra conciencia haya sido tan manipulada para aceptar como un bien todas las leyes que existen actualmente en muchos países que se dicen progresistas y que tienen su origen en programas inspirado por el mismo Hitler?. Tendríamos que reflexionar sobre esto, quizás sea un síntoma de una sociedad enferma, no solo cultural sino espiritualmente.
¡Cuánto bien nos haría un discurso unánime que creara sensatez y sentido común en favor del cuidado de la vida, ante las diversas circunstancias que viven nuestros pueblos: la muerte por hambre, por injusticia, por la no acogida al migrante, por las guerras y conflictos, ¡por todo tipo de violencia…!
El objetivo de estas páginas es poder conocer hechos históricos que nos hagan tomar conciencia, para poder construir SOLIDARIDAD, que a su vez cimiente una sociedad por el bien común.
El nombre que se le dio a este programa fue “Aktion T4”: Aktion de Acción y T4 debido al lugar donde se situó la sede del proyecto – la Tiergartenstraße 4 (calle del Jardín Zoológico, número 4). En este lugar fue donde Hitler firmó –de manera secreta- el día 1 de septiembre de 1939 el documento que dio comienzo a uno de los capítulos menos conocidos de la historia nazi. A partir de la firma de este documento se comenzó a materializar la locura de la ideología nazi.
En Berlín analizaban los datos y decidían qué personas calificaban como “no productivas”. Eran tantos que surgió un problema logístico y se creó una empresa de transporte con vehículos perfectamente camuflados. Los considerados incurables eran trasladados a viejos hospitales o cárceles abandonadas que habían sido adaptados para poder hacer experimentos con ellos y acabar con su vida.
Para calcular el número de pacientes que debían ser exterminados se determinó la relación 1000/10/5/1 cuyo significado viene a ser que, de cada 1000 personas, diez necesitaban tratamiento psiquiátrico; de éstos, 5 eran ingresados en un hospital psiquiátrico y 1 sería un enfermo incurable.
Alemania contaba con 70 millones de personas, debían morir alrededor de 70.000. Estas cifras se refieren únicamente a pacientes adultos, pero el programa Aktion T4 abarcó desde pacientes adultos (psiquiátricos, judíos, criminales, prostitutas, ladrones, alcohólicos…) a niños.
Los niños fueron especialmente vulnerables a la persecución de los nazis. A algunos los atacaban por supuestos motivos raciales; a otros; por razones biológicas, como en el caso de los pacientes con discapacidades físicas o mentales, o debido a su supuesta resistencia o actividades políticas.
En octubre de 1939, las autoridades de salud pública empezaron a alentar a los padres de niños con discapacidades para que ingresaran a sus hijos en alguna de las clínicas pediátricas especialmente designadas en Alemania y Austria. En realidad, las clínicas eran pabellones para asesinar a los niños. Ahí había personal médico especialmente reclutado para asesinar a los niños que tenían a su cargo, mediante la administración de sobredosis letales de medicamentos o por inanición.
Al principio, los profesionales médicos y los administradores de las clínicas solo incluyeron a bebés y a niños pequeños en la operación. A medida que se fue ampliando el alcance de la medida, incluyeron también a jóvenes de hasta 17 años. Los cálculos conservadores sugieren que al menos 10.00 niños alemanes discapacitados física y mentalmente perecieron como resultado del programa de “eutanasia» infantil durante los años de la guerra.
Para poder contar con el beneplácito de este experimento secreto, se comenzó a realizar un programa de propaganda. Se elaboraron panfletos, colocaron posters por la calle e incluso en películas se mostraban a los enfermos mentales como una oleada de animales discapacitados carentes de personalidad. En la propaganda se podía mostrar a un niño discapacitado en donde se podía leer “…porque Dios no puede querer que lo enfermo se reproduzca”.
Tanto en los discursos como en la propaganda se evitaba asociar el término “dignidad” o “persona” con los enfermos mentales. El lenguaje estaba cargado de términos denigrantes, metafóricos y eufemísticos como, por ejemplo, “bocas improductivas”. Joseph Goebbles fue el responsable y principal propagandista.
Pero ni siquiera esto sirvió para que los familiares de los enfermos protestaran y denunciaran. Estas familias de repente recibían una notificación de defunción. La desconfianza se generalizó. Familias enteras escribían a los hospitales preguntando por su hijo, su sobrino, amigos, etc.
De esta manera se originó el rumor de la existencia de un programa de eutanasia y de esterilización forzosa a la que eran sometidos ciertas personas. Ante esto hubo respuesta de las dos iglesias predominantes: la católica y la protestante.
La sospecha era tal que el mismo obispo de Münster, Von Galen, denunció las desapariciones de pacientes desde el púlpito.
La presión social consiguió cerrar aparentemente el programa Aktion T4 un año y medio después, tras 70.274 personas exterminadas. Aunque se terminó con este programa en agosto de 1941, sin embargo, la eutanasia de niños y en los campos de concentración (14f13) continuó. Ya se había alcanzado el objetivo de 70.000 individuos asesinados y, los nazis desviaron la mirada hacia un “nuevo” proyecto: de exterminio. El programa de eutanasia representó un ensayo para las políticas genocidas posteriores de la Alemania nazi. El liderazgo nazi extendió la justificación ideológica concebida por los perpetradores médicos para la destrucción de los “ineptos” a otras categorías de los que percibían como enemigos .
Y debiéramos pensar ¿cuántas políticas de genocidio tenemos que han superado ya a la puesta en macha por los nazis?. Guerras, hambre, migrantes, la guerra contra los niños…
Pues lo dicho, ¡cuánto bien nos haría realizar un discurso unánime en favor de la vida, en favor del cuidado de la vida…porque toda vida importa. ¿Es tan difícil ponernos de acuerdo?
Seguiremos con todas nuestras fuerzas contribuyendo al diálogo y realizando un discurso en favor de la VIDA.