El cine como herramienta educadora

El cine puede ser una valiosa herramienta educadora

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Somos historia. Y nuestra historia está llena de recuerdos. Debemos aprender de esos recuerdos y poner en práctica sus lecciones para que nuestra vida no se reduzca a un simple paso del tiempo sin un propósito, sin un objetivo, sin un ideal. Pero para eso, antes debemos aprender a pensar o, al menos, a relacionar nuestros recuerdos y darles un sentido. Puede que parezca una perogrullada, pero sin esta sencilla premisa no es posible ser persona.

Por Juan Antonio Tapia. Educador. (Artículo publicado en la revista Autogestión)

En cierta ocasión asistía a unas jornadas para educadores. El tema de una de las charlas era “Cómo humanizar la escuela”. El ponente lanzó esta pregunta a los que asistíamos a su charla. En el resumen de las respuestas que elaboramos por grupos, una de ellas planteó lo siguiente:

“Nos planteas cómo humanizar a nuestros alumnos. Pero, cuando entro en alguna de mis clases me encuentro más bien con alumnos a los que hay que hominizar”
Una sonrisa recorrió el auditorio. Pero el tema planteado era muy serio.
Somos una especie sustancialmente diferente a todas las demás. No en lo estrictamente biológico, en donde no destacamos especialmente por nuestras cualidades. Pero sí en una capacidad que no posee ningún otro ser vivo. Nos preguntamos por nuestra propia existencia y buscamos un sentido, una respuesta. No sólo un “cómo”, sino también un “porqué”.

«El maestro que no quiere a sus alumnos no puede educarlos»

Esta capacidad, como todas las que tenemos, entran en el terreno de lo potencial, no como un hecho consumado. Por eso la tarea de ser persona (que sólo le corresponde a un ser humano) comienza desde nuestra concepción y perdura durante toda nuestra vida.
Como puede deducirse de mi introducción, soy educador. A mí me gusta la vieja palabra maestro, porque me trae vivencias entrañables de los maestros que he tenido. Pero también valoro mucho la palabra “educar”, cuya etimología latina es “educere”, que significa sacar hacia fuera lo que el alumno lleva dentro. Este provocativo significado implica reconocer que en el ser humano (el alumno) hay una riqueza inmensa que tenemos que aprender a manifestar, a sacar al exterior. Tenemos que percibir al alumno como poseedor de un tesoro escondido que debemos sacar al exterior… Esto pudiera parecer una quimera, pero es una verdad absoluta. Podemos mutilar ese tesoro, cerrar las puertas que lo comunican con el exterior, atarlo y amordazarlo y esperar a que se pudra dentro. Pero no es ese nuestro deber, sino todo lo contrario. Para eso hay que estar convencido de esta verdad y hay que querer a nuestros alumnos. El maestro que no quiere a sus alumnos no puede educarlos.

Y es, en este sentido de educar, en el que el cine puede ser una valiosa herramienta educadora. Una película es un diálogo entre el director, los intérpretes y los espectadores. Como todas las artes, es una comunicación. Un cuadro, una escultura, un libro… Unamuno era un asiduo dialogante con sus lectores, a los cuales se dirigía personalmente en muchos de sus escritos.

¿Por qué no hacer lo mismo con el cine?
Llevo casi cuarenta años dando clase a alumnos de secundaria y bachillerato. Desde mis comienzos como maestro siempre le he dado al cine un papel educador a través de los vídeo-fórums. Eso lo aprendí en los años de la transición democrática. Cuando toda la sociedad era un hervidero cultural. Como decía un amigo mío, dabas una patada y aparecía un centro cultural en cualquier sitio. Yo he participado en disco-fórum, vídeo-fórum, tertulias de café y sabe Dios cuántas más actividades que aportaron un poso cultural y una conciencia que hoy parecen estar de vacaciones permanentes.
Por eso siempre me he afirmado en la tarea de hacer vídeo-fórum con mis alumnos… y todo el que se quiera unir a él. Evidentemente hay que seleccionar el material. No todas las películas dan para un diálogo. Y, menos aún, para un diálogo profundo. Pero, aún así, el material aprovechable es inmenso.

La dificultad para hacer un vídeo-fórum está en la voluntad del convocante. Si esa voluntad existe, que responda uno, dos o veinte alumnos es lo de menos. También hay que seleccionar el material humano y, para eso, hay que sacarlo del currículo académico. Un vídeo-fórum sólo funcionará si es una actividad voluntaria, libremente elegida por los asistentes. Nada de horario escolar. Hacerlo fuera de este horario es garantizar que los que asistan lo harán con ganas de participar. Yo, además incluyo unos “incentivos” intangibles y tangibles.

Lo hago en mi casa, fuera del centro escolar. Eso da una mayor libertad de horario de diálogo y genera una hospitalidad que siempre es bien recibida. Por otro lado, me preocupo de preparar un café y unos churros o unas palomitas para reducir la tensión que genera una actividad a la que no están acostumbrados los jóvenes de hoy. Algunos alumnos se asocian a esta propuesta por su cuenta y traen unas galletas o bombones para compartir. Todo lo cual es más que bueno para afianzar la actividad.

Y volvemos al asunto de la importancia de elegir la película. Aquí tenemos que valorar el tema que queremos tratar y buscar una película que encaje. O bien seleccionar una buena película y ver que posibles temas de diálogo nos propone. Pongo algunos ejemplos:
Mi pie izquierdo: extraordinaria película sobre la vida de un pintor y escritor irlandés que padece una parálisis cerebral que sólo le permite mover su pie izquierdo. El tema de la superación y el esfuerzo desde la vida de alguien que ha superado trabas inmensas. El tema de la conciencia del valor de las personas con discapacidad. Mejor aún si contamos con algún colaborador (como es mi caso) con parálisis cerebral que pueda estimular un diálogo más profundo.

Un hombre para la eternidad: obra maestra sobre la vida de Santo Tomás Moro, primer ministro de la corte de Enrique VIII, y su enfrentamiento con el rey por el cisma de la iglesia anglicana. Mucho mejor si la conseguimos con el doblaje clásico, mucho mejor realizado que un redoblaje posterior que deja los diálogos mucho más planos y menos vitales. Una forma extraordinaria de reflexionar sobre cómo ser honrado en la política. Un diálogo que aborde la nobleza de la acción política y su gravísima desvirtuación en la situación actual.

La decisión de Anne: episodio sobre la vida de una niña concebida como un “medicamento” para su hermana, enferma de leucemia. Excelente ocasión para dialogar sobre los problemas éticos que generan las nuevas tecnologías, en especial las biotecnologías aplicadas al hombre.

El milagro de Anna Sullivan: la vida de una niña sordo-ciega que llegó a ser una escritora de fama internacional (Hellen Keller) gracias al tesón de su profesora Anna Sullivan. Nuevamente el tema de la superación y el esfuerzo para afrontar cualquier dificultad. También para poner en su lugar los pequeños problemas cotidianos que tenemos y nos parecen mucho más grandes de lo que realmente son.

Los alumnos que han asistido en todos estos años han valorado mucho esta actividad y, a día de hoy, me la siguen demandando. Así que tengo cuerda para rato.
Estos son solo unos pocos ejemplos pero la lista de material cinematográfico disponible creo que es más que suficiente para organizar un buen programa de vídeo-fórum con alumnos y jóvenes amigos. Es una forma amena y cordial de poner un granito de arena en la formación cultural de toda persona. Entendiendo la cultura como la definía Bernard Shaw:

“Cultura es lo que queda después de olvidar todo lo que se aprendió”